¿Cómo curar el acné con recetas naturales?

hace 2 años · Actualizado hace 2 años

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El acné es una erupción de la piel que se manifiesta en forma de pústulas de distinta naturaleza, a causa de la inflamación de los folículos pilosos; las zonas del cuerpo más afectadas son aquellas en las que la epidermis es más grasa, como las mejillas y la frente, el tórax y los hombros.

El acné presenta aspectos variables, y puede ser de tipo folicular o juvenil; más raro es el acné neurótico, mientras que el rosáceo es bastante común. Martirio de millones de jovencitas y muchachitos, ha sido estudiado por eminentes especialistas: dermatólogos, dietistas, internistas, psicoanalistas… Sin embargo, resiste a través de generaciones y parece refractario a tomarse en serio la cortisona y los antibióticos.

Pues quizá las abuelas poseían la receta milagrosa

En cualquier caso, su convicción de que el acné desaparece cuando la jovencita se hace mujer y el muchacho alcanza la madurez sexual resulta conmovedora y consoladora, y es resultado de las creencias de innumerables generaciones y en el fondo resulta aceptada de manera optimista por todo el mundo.

Y, con este balsámico axioma, millones de jóvenes abrumados por el acné han podido resolver sin demasiadas molestias sus crisis internas. Claro está que, para acelerar los procesos, no faltaban unos remedios que, a pesar de todo, debían aplicarse en un marco más amplio de tratamiento general.

Ante todo, pues, una dieta sana, natural y sencilla, tan asequible en la época de nuestras abuelas como impensable en nuestros días. Pero aún hoy es posible equilibrar la dieta para quien sufre de acné y, además, este consejo se revela muy útil para todos.

Consejos para equilibrar una dieta sana

Fruta y verdura en abundancia (vitaminas y sales minerales), muy pocas grasas, nada de estimulantes, adiós a las especias y a las comidas picantes. Y no hay médico que pueda desmentir estos consejos. Al mismo tiempo, hay que regular el intestino con tisanas y decocciones adecuadas, y estimular con remedios específicos la producción de orina.

En este sentido, resulta milagrosa la tisana preparada con 50 g de hojas de abedul hervidas lentamente en 1 litro de agua durante 2-3 minutos. Cuando la decocción esté tibia, añadiremos un pellizco de bicarbonato de sodio. La dejaremos en infusión durante varias horas antes de beber la decocción y la pasaremos por el colador una vez fría.

Sin embargo, hay que recolectar las hojas de abedul durante la primavera y desecarlas a la sombra. Esta decocción, dividida en cuatro tomas a lo largo del día y bebida en tacitas, es un óptimo antidescongestionante de las vías urinarias, purifica la sangre y ayuda a combatir el acné.

Aplicada en compresas frías sobre la piel, desinfecta y seca las pústulas y disminuye su irritación progresivamente. También resulta válida para el tratamiento del acné, tanto en su uso interno
como externo, la decocción de espino cerval. Esta planta posee múltiples virtudes medicinales, con la condición de no usar jamás la corteza fresca, que contiene un fermento nocivo que provoca vómitos, náuseas y cólicos. Primero hay que desecar la corteza y dejarla inutilizada en un tarro bien cerrado durante un año, por lo menos.

La decocción se prepara haciendo hervir unos 4 g de corteza desecada durante 15 minutos en 200 g de agua; una vez acabada la cocción, se deja macerar en frío durante unas 4 horas, se filtra y, si así lo deseamos, se aromatiza con un pedacito de piel de naranja o con una hojita de menta.

Recetas de nuestras abuelas para curar el acne

Nuestras abuelas empleaban la decocción de manera regular, como un suave laxante o para aplicar compresas frías sobre el acné más rebelde de hijos y nietos.

Unos de los remedios incontestables en este caso era sin duda la manzanilla, absolutamente insustituible para los trastornos de los recién nacidos, dolores menstruales, digestiones difíciles, etc.

Para el acné, se prepara una decocción con 50 g de flores de manzanilla en 1 litro de agua; se lleva a ebullición, se aparta del fuego y se deja macerar durante unos 20 minutos. Con el líquido frío, se hacen lavaduras y compresas sobre las partes afectadas, repitiéndolas durante varios días en intervalos constantes.

La infusión de achicoria silvestre (15 g de hojas secas en 1 litro de agua hirviendo; llevar el líquido a ebullición, y dejar luego las hojas en infusión durante 10 minutos) bebida durante las comidas es un óptimo tratamiento interno contra las dermatosis en general.

Sin embargo, no hay que creer que todas las recetas de nuestras abuelas para curar el acné eran tan complicadas.

El remedio más sencillo, así como uno de los más eficaces, consistía en aplicar hojas muy frescas de col sobre las partes atacadas por la enfermedad. La col como decía un ilustre médico francés del siglo XIX es la medicina de los pobres, un medicamento providencial. Por tanto, col en abundancia, no sólo en la dieta (no hay que tirar el agua de la cocción, sino beberla a lo largo del día) sino también como cataplasma.

Para que pueda liberar todas sus virtudes, hay que poner a macerar las hojas crudas de col verde las más carnosas durante unas horas en agua acidulada con zumo de limón, y luego se aplican durante largo rato en forma de vendaje sobre la parte en cuestión, a ser posible durante toda una noche.

El tratamiento debe repetirse cada 24 horas, y la cura carece de límites de tiempo.

Quien padezca enfermedades de la piel en general, puede utilizar la col (verde) también como tratamiento preventivo.

Para desengrasar la piel y acelerar así la curación del acné se puede emplear alcohol alcanforado y aplicar lociones y pomadas al azufre o al alcanfor, disponibles en cualquier farmacia.

Mejor aún: según recomienda el recetario de la abuela, humedecer la piel acneica con el licor de Hoffmann. Se trata de un ilustre médico de mediados del siglo XVII que vivió en la corte de Federico I, en Berlín. Muy apreciado y venerado, a diferencia de muchos de sus colegas de la época era realmente un buen médico, que se preocupaba de curar aliviando en la medida de lo posible el sufrimiento de los enfermos. Su licor nació como analgésico y nadie sabrá nunca quién descubrió sus propiedades desecantes, que hacen de él un valioso remedio al alcance de todos para el tratamiento de las enfermedades de la piel. Está compuesto por una parte de éter sulfúrico y tres de alcohol etílico; se mezclan bien los dos ingredientes y se pone el líquido en un frasquito cerrado herméticamente.

Se puede combinar el licor de Hoffmann, sobre todo en las manifestaciones más antiestéticas, con aplicaciones de hojas y frutos majados de morella, una solanácea de la familia de las patatas, a la que la cosmética moderna reconoce una buena acción antiacné.

Y, por último, la receta estrella: se moja un trapo muy blando en una pasta de arcilla roja, preparada con agua hervida. Se cepilla con suavidad la zona cutánea afectada, procurando que la arcilla no penetre en los ojos; se deja secar, luego se aplica en la parte en cuestión un poco de zumo de limón diluido. Esta preparación se puede considerar como una auténtica mascarilla de propiedades normalizantes.

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